Cerebro de Hierba (2019)
Ruptura
Me gustaría que la tierra
perdiera la gravedad
y nos soltara,
el acto del vuelo
anula los demás actos,
las palabras, los objetos.
En ese estado de ruiseñores
y de canto que suplanta la lengua,
notaríamos que lo único
que avanza sin repetición
es el arte.
Toco el aire y se
curvan las hojas
Ya no respondo a mi nombre
no sé cuál de los corazones que tengo
es el real,
el solitario guarda los recuerdos
y el histriónico quiere sacarlos al mundo.
Gasto los ahorros en conseguir
los juguetes de la infancia.
Canibal
Mi piel es la frontera
que contiene
los movimientos inciertos
del cerebro y sus vísceras.
El farol se oxida bajo la lluvia
y yo deformo un rostro del pasado
al punto de convertirlo
en otra persona,
en un lugar o un símbolo.
Los recuerdos son hijos
más que espejos.
Voy a empezar a comerme
hasta mostrar el cráneo
de la nostalgia.
En esta época de
ruinas
Los pilares del presente caen
y una segunda infancia despierta,
abandono los lugares sin hacerlo:
libero a los fantasmas de mi memoria
en las calles.
Dan electricidad al tranvía,
ponen cospeles a los teléfonos.
El país del pasado vuelve
y recorro su niebla.
Teoría de las
deidades
No hay prueba de la existencia
si no se deja una marca.
Todo dios fue suicida
en su estado mortal,
el cuerpo anhela
destruirse y reconstituirse
en una trascendencia,
un rostro amuleto
en una gota de ámbar,
unas palabras
que supervivan a la carne.
Tengo 5 religiones: Trakl,
Mishima, Sexton, Tsvietáieva,
Flora Alejandra Pizarnik.
Estudio sobre el
nihilismo y la histeria
Mi vida es un ancla
que cae en la profundidad.
Amargo el sabor del mundo,
hay más basura que obras de arte
pero lo contrasto con el recuerdo
de tu abrazo detrás de las cortinas
y nuestras ropas incendiadas,
en el fuego del leño, desnudos,
con máscaras puestas,
las palabras no pertenecían a nadie
y fuimos universo.
Rompo la taza de café
y me cae la ficha
La familia se desdibuja,
la juventud parte,
el silencio llena los espacios
y detengo mi mente
como el cordero místico
de la pintura de Jan van Eyck,
está en el pasado y en el futuro
al mismo tiempo
y su sangre se vierte
en una copa que nunca se llena,
desprende rayos,
pero no de una aureola
sino de sus recuerdos,
que iluminan la frente
de los ángeles y los mortales
por igual.
La unión
Las hojas se traslucen con el sol,
muestran su interior,
sus venas iguales a las humanas.
Creo que cuando observo
un fruto mecerse,
mi corazón también se mece.
Escindidos, como volcados
en diferentes moldes,
se nos prohíbe formar el rostro único.
Tengo un avión de madera
con motor a goma,
lo hice hace unos años,
puede planear un minuto,
solo hay que girar la hélice
y soltarlo para que vuele.
Lo guardo en una caja de fósforos
como si fuera un pájaro.
Tiene mi nombre
y me une al cielo.
Despierto
El sueño perdura
después de levantarme,
la consciencia es como un pez globo
que demora en llegar a la superficie.
En esos momentos,
cuando la realidad no domina las cosas,
miro el mundo desde la escalera
que separa una dimensión de otra.
Siempre quise traer algo de allá,
soles que hice con chispas,
semillas de una flor de hielo,
el idioma de los cíclopes.
Cada día son más las cosas
que abandono en el otro lado
y pienso en ellas
al escribirlas
bajo la lluvia de cristal.
La raíz
Al recordar, la muerte se detiene
y la mitad de mi familia
vuelve a caminar.
El sueño suprime mi voz
y solo siento el calor de la infancia.
En mi mente recorro
el paraíso desierto de la juventud.
El cielo pende
de la melancolía.
Después de nacer
Las preguntas
son las mismas
desde la antigüedad.
Pero la experiencia inmediata
prevalece por sobre la interrogante
de nuestro origen.
Llevo el peso de la ignorancia
como la mordedura de una cobra.
Las palabras son mi laberinto.
Ahora
Las bocas
no deben prometer
en este mundo
donde la locura
da placer
como el amor.
Hay un trazo de heridas
que crujen
cuando camino.
Las caricias a destiempo
son en vano,
más en estas calles
que sostienen
a sabios e idiotas
por igual,
la palabra tristeza
la sé decir
en varios idiomas.
Encima me despierta la noticia
que los pájaros
quemaron la ciudad
y se llevaron el canto.
Subversivo
Para mí el cielo
no tiene ángeles
y el para el cielo
yo no soy más
que un insecto.
Probé la explotación
y la vagancia,
es falso que haya
que sufrir para saber
el valor de las cosas
y es verdad que leer
es más importante
que trabajar.
Me acuesto tarde,
me levanto tarde
al punto de no distinguir
la realidad del sueño.
Sé que estoy vivo
porque amanezco
con un poema
en la mano.
Desde la nada
A veces dudo
si estoy hecho de carne
o de ceniza.
Siento consuelo
por los que no saben
de su desaparición.
Por el loco que aplaude
su cumpleaños
detrás de la ventana
y espera a que salga humo
del cigarro de chocolate
mientras escribe
con crayón blanco
una carta.
Impaciente
Muerdo el sándwich
y miro hacia el techo,
parece que la araña
teje un brazo
y no una red,
busca lo que le falta
en la imaginación
ahí están las experiencias,
tal vez por eso
y sin ser un asesino,
llevo la carga de la muerte,
sin tener una enfermedad
padezco síntomas
y el impulso extraño
de observar la niebla
creyendo que es una puerta
al dios triste que me inventó,
pero ahora mi mente
hace una pausa para darle
el último trozo
de pan al gato.
Preguntas a la arena
¿Qué hago con los recuerdos?
Paso por un templo abandonado
y me ilumino de
ellos.
¿Qué hago con la voluntad?
Rezar más de una vez
es peligroso.
¿Qué hago con lo que soy?
Un cactus que bebe
su propia sangre.
Razonar
Lo inolvidable
tiene forma de beso
que abre la conciencia,
de luna que asoma
en la tarde
pero también
de jarra que vuelca café
en una mesa,
de queso de pizza
sobre el plato,
de todo lo que se siente
como familia.
¿Por qué avanza la
tristeza?
El viento asoma
una rosa al precipicio
y las sirenas gritan
desde el fondo
que tienen las respuestas
a mis preguntas.
Respuesta al deseo
interrumpido
La espuma
deja una marca en la orilla,
una línea de sal
que los espíritus no cruzan
y el agua se queda
con los difuntos.
El coral crece
sobre el esqueleto
del marinero romántico,
alarga sus brazos
hasta la superficie
para que imploren por un amor,
luminoso y secreto
como una moneda de
oro
en el vientre de un pez.
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