Una máscara de madera flota en el estanque

 

Los dedos se abren,

la cuerda dispara,

un jabalí salta y atrapa una flecha,

la última flecha de Mishima,

aquel que utilizaba

la mano de la muerte

para escribir la locura

que se reprime y libera,

la sangre en el laurel de oro,

el diseño de la crucifixión.

Yo soy ese jabalí

y guardo la flecha

como una llave

a su país fantasma.

 

 

Sarasate el violinista

 

Golpeo con el arco el instrumento

y parece que ruge un animal,

las cuerdas graves

son mordiscos de tortuga en el naufragio,

liras rotas del templo griego.

Las cuerdas agudas

el canto del fraile ermitaño,

los pies de una mujer

que hace vino.

El oficio de la música,

mi placenta con la tierra y las nubes,

torna de madera el cuerpo

y los bigotes me crecen

como un violín.

 

 

Pensamientos de Marisa Wagner   

 

Que el tiempo no pase

es el primer síntoma

de la locura,

silbo una canción,

siempre la misma,

cancion de ahorcada

que sobrevive

y lleva su soga.

Me convertí en rostro

que se disuelve en el jardín,

en gárgola que cuida sombras.

Ayer miré en el patio

una rama marchita

en el centro del abeto

y el otoño resistía

en su corazón.

 

 

Sacerdote Trakl

 

Hay un dios expresionista

que no tiene huesos

y es una turbina

que absorbe todo.

Hay un dios monstruo

que piensa a las personas

como presas de diferente sabor

y pone trampas en el camino.

Hay un dios insecto

que se desplaza

debajo de la tierra

y escucha los pasos.

Hay un dios escondido

en algún rincón de la ciénaga.

Hay un dios que cuenta

los trozos de carne

después de la bomba.

 

  

La joya orgánica

  

Victor Brauner,

tus manos

movieron el pincel

como un hechizo

sobre la pintura.

La quimera que hiciste

en la rama

sobre el trasfondo sombrío,

una planta

con una garra

en vez de raíces,

pétalos violetas

y un diamante en el centro,

se escapó y camina

hacia tu tumba.

 

  

Una forma de religiosidad

 

En La memoria de René Magritte,

un cuadro de 1948, aparece la cabeza 

de una mujer esculpida en mármol blanco

manchada con sangre en la sien

y al lado, un objeto redondo

parecido a una alcancía.

La moneda es el tesoro de la infancia.

La rosa sobre la piedra, un romance con la locura.

La mancha de sangre, la huella del recuerdo.

 

 

El imperio de las luces 1954

 

Noche de arboleda

y luces tenues de kerosene

que deforman la sombra

del caminante sobre los adoquines.

El cerebro es un gusano

que muta cuando imagina

por eso un paisaje improbable

se vuelve real en la pintura.

 

  

Una película de George Romero

 

Los zombis intentaban

entrar al shopping

mientras los sobrevivientes

se atrincheraron en varios locales,

armados y llenos de dinero

paseaban por el hall

con ropas costosas

y botellas de champagne,

reían cuando los muertos vivos

querían abrir sus candados.

 

  

Relato omnisciente de un espíritu

 

Entra el forense y habla con el guardia.

No anota la visita.

Un ruido se escucha al abrir la heladera,

los rulemanes de la camilla crujen.

Apunta con un reflector a las pupilas,

el cuerpo del niño tiene un disparo en la sien.

Compara con una foto su rostro y asiente con la cabeza.

Procede a abrir el esternón,

los órganos ven la luz, extrae el higado

y lo pone en una bolsa dentro de su maletín.

Utiliza grampas para unir la piel.

Un ruido se escucha al cerrar la heladera.

La planilla queda vacía.

El guardia extiende la mano y recibe dinero.

 

  

Samurai y el culto a la fragancia venenosa

 

Saqué del bolso

una bola de pasto para el caballo,

levanté la bandera de la familia

y las flechas atravesaron mi armadura.

Apareció una puerta

por donde personas

con guirnaldas y poemas

pasaban hacia el bosque,

les cantaban a las flores

y tuve que seguirlos.

 

 

En la ansiedad  (respuesta a “Carta de Berlín” de Nazim)

 

El tiempo es lento

cuando estorba,

es mejor darle un valor

como los abejorros

esperan la primavera

para volar a los cultivos de lavanda

o las marmotas

que arrancan las orquídeas

y las comen en el valle.