Escapo del ahora


Me hago desértico,

el sol se retira

y todo se pliega

al anochecer.

Escondo mi culto

por la Mar del Plata 

que murió pero renace

en mis campos elíseos

como un escudo 

de sentimientos

que detienen la tristeza.

Me hago desértico

porque en mis campos elíseos

no existe la muerte

ni la edad.


Conexión 


Cuando era chico

a mi amigo le regalaron

una bicicleta cromada rodado 24 

tenía un espacio en el caño para sentarse.

Íbamos por las veredas muy rápido

y los autos frenaban a nuestro cruce.

Eran días veraniegos, templados,

de cuando el atardecer se alarga

y tira una gama de naranjas y violetas.

Esos días suelen repetirse

y siento que me vuelve

la plenitud de la temeridad.


Retro 


Conservo al muñeco 

de la serie Conan el bárbaro

se llama Greywolf,

es un hechicero

con turbante violeta

y un aro en la espalda 

que hace girar sus brazos.

Cuando lo acciono

el ruido me devuelve al pasado

y parece que la añoranza

es como una abadía,

un castillo abandonado

que todavía siente

porque los musgos

tomaron su piedra

para que no se convierta

en ruina.


En la perla marplatense


Tomé un atajo por las calles

Chacabuco y La Pampa

y descubrí una esquina

de murales coloridos

y chicas bebiendo té

que estudiaban violín

detrás de un ventanal.

Había umbrales, plantas trepadoras

y latas de tambo.

Me sentí como el mirón de primavera,

una raza de sapo espía,

que disfruta de las flores

antes que marchiten.



Aldea 


Mar del Plata,

tierra de nunca jamás,

el tiempo es lento acá

y me cruzo con las mismas personas

como en un laberinto circular.

Uno de mis santuarios

es la Av. Libertad y Marconi,

tiene tres jardines

en su esquina y los árboles

hacen una lluvia de hojas secas

casi todo el año.

Tuve visiones en ese lugar,

pasos que daba en nuevas calles,

mujeres que pronunciaban 

mi nombre con dulzura.

Tuve visiones en ese lugar,

no hay más que un cielo y un mar

el agua contiene, las nubes expulsan,

somos un salto de salmón que intenta el vuelo.

Tengo visiones en ese lugar.



Carpe mare



Mutar en ángel


En un barrenador

hay que agarrar las olas

cuando están creciendo,

es parecido a que algo

te levante en el aire

y luego te haga reposar,

reposar 

sobre el agua intermitente

cercana a lo infinito,

porque 

en el fondo del océano

no hay horas

como en los sueños

y nos acerca al infinito.

Por encima del tiempo

y de la tierra

floto en barrenador.



*


La luna se asoma 

en cuarto menguante,

camino por la costa

entre el atardecer

y el anochecer.

Para llegar a la punta

de la escollera

hay que pasar

por piedras gigantes,

el gusto del agua del atlántico

es como una sopa

de lluvia milenaria 

que se recicla a sí misma.

Siento que puedo llevar esta fórmula

a un verso interminable,

frotar mis manos sobre el papel

como un alquimista que convierte 

la tristeza en amor.

Frotar mis manos sobre el papel

cumpliendo los milagros de la plegaria.

Frotar mis manos sobre el papel

y que la fuerza crezca 

antes del infortunio.